Pero Menos Que Mañana

Fue, más o menos, por estas fechas hace poco más de un año, cuando mi "Dorada" (Like a Chankete) tomó rumbo momentáneo al Puerto de Tarifa, dejándome varado en Sevilla, a merced del tiempo y el espacio...
Por suerte, los vientos de levante se encargaron de 'arrejuntarnos' al remate de una semana...

A María, la reina de cualquier galaxia.

Ella duele tanto cuando se demora
que llevo de llanto estas 120 horas.
Vence a mis encantos, y eso me apasiona,
pero este quebranto solo lo calma su tórax.

Me ha dejao' aquí,
solito en Sevilla, que en Julio es un horno.
Se alejó de mi
en esta semana de lluvia y bochorno.

No veas como quema esta ciudad
cada vez que muerdo el polvo.
¡Nena, vuelve ya!. Sácame de los escombros.
Llévame contigo donde estés,
escondido en tus enaguas.
Dame pan de ayer, pero menos que mañana.

Ella besa tanto cuando me arrincona...
que por eso aguanto lo que mande mi señora.
No es de Palosanto, pero suena a gloria.
Con ella me planto, con sus filias y sus fobias.

Por su oreja vi
que ha pasao' seis veces el Cabo de Hornos.
No puedo dormir
sin que me haga ojitos mi estrella del porno.

No veas como quema esta ciudad
cada vez que muerdo el polvo.
¡Nena, vuelve ya!. Sácame de los escombros.
Llévame contigo donde estés,
escondido en tus enaguas.
Dame pan de ayer, pero menos que mañana.



La Canción Más Hermosa Del Mundo

Recuerdo que fue por estas fechas porque me perdí los Carnavales en Onda Cádiz...

Volvía con los Stafas (los quiero) de una gira de mugre y rocanrol por tierras Mexicanas que, aunque ya me gustaría, no puedo definir con palabras simples o complejas. Al rato de estar allí quería volverme y al rato de volverme quería estar allí.

Fue haciendo escala en París cuando, justo en la puerta de embarque, nos topamos de mera casualidad con un piano blanco, a la vera de un cartel que no alcanzamos a entender puesto que, lógicamente, estaba en francés; idioma que ninguno de los integrantes de la banda se avino a interpretar.

Después de derramar parte de una botella de Cocacola sobre el suelo del aeropuerto de Orly me senté en aquel piano animado por Barrabas y Molinera (bajista y cantante) y empecé a tocar lo que creíamos que iba a acabar con una bronca generacional del cuerpo de seguridad del garito pero que terminó siendo "La canción más hermosa del mundo"!!

A los cuates que hice en México, por supuesto...


Yo tenía un botón sin ojal, un gusano de seda,
medio par de zapatos de clown y un alma en Almoneda,
una Hispano Olivetti con caries, un tren con retraso,
un carnet de mi Betis, una cara de culo de vaso.

Un colegio de pago, un compás, una mesa camilla,
una nuez o bocado de Adán menos una costilla,
una bici diabética, un cúmulo, un cirro, una estrato,
un camello del rey Baltasar, una gata sin gato.

Mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy; las damas primero.
Mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis Tres Mosqueteros,
mi Tintín, mi yo-yo, mi azulete, mi siete de copas,
el zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa.

Mi escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera,
una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera.
No sabía que la Primavera duraba un segundo.
Yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.

Les presento a mi abuelo bastardo, a mi esposa soltera,
al padrino que me apadrinó en La Legión extranjera,
a mi hermano gemelo; patrón de la merca ambulante,
a Simbad El Marino, que tuvo un sobrino cantante.

Al putón de mi prima Carlota y su perro salchicha,
a mi chupa de cota de mallas contra la desdicha,
mariposas que cazan en sueños los niños con granos
cuando sueñan que abrazan a Venus de Milo sin manos.

Me libré de los tontos por cientos del cuento del business
dando clases en una acdemia de cantos de cisne.
Con Simón de Cirene hice un tour por el monte Calvario.
¿Qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?

Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera.
Si me pierdo de lista esperadme en la lista de espera.
Heredé una botella de ron de un clouchard moribundo,
olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo.
Nunca supe escribir de un tirón...

La canción de las babas del mar, del relámpago en vena,
de las lágrimas para llorar cuando valga la pena,
de la página en cinta en el vientre de un bloc trotamundos,
de la gota de ira en el himno de los iracundos.
Yo quería escribir la canción... más hermosa del mundo.

Magos

Mi infancia en este día la recuerdo
a los pies de una estatua de Bambino,
esperando a que llegara (¡qué momento!)
Baltasar y su tropel beduino.

Quedábamos los niños Antequera
delante de los ojos vigilantes
de unos padres que entramaban, a la espera,
la sorpresa y la ilusión de los infantes.

Después, con un motín de caramelos,
dejábamos Utrera a las espaldas.
A Enrique, a la Fernanda, a la Bernarda...

Llegábamos a casa del abuelo
y ya estaban pa abrirse los regalos.
No se quien son los Reyes todavía, pero me maten si no son Reyes Magos.


Martes 13

Tengo una canción que se merece
que la cante una y mil veces,
aunque no quiera mi voz.

Tengo una montaña de intereses
que cuando te acercas crece,
colapsando mi interior.

Aunque no me importe el momento de recapacitar
mejor no me amedrento con racionalizar
este estado perfecto del verbo libertad.

Tengo mis desastres, mis historias,
mis movidas y mis fobias
para no pedir amor.

Roto, porque ya me sabe a poco
cada Lunes que te toco.
Ya no me causas perversión.

Puede que me asuste la vida y me de por llorar,
pero si antes me miras y me das tu bondad
yo te curo la herida y luego me echo a volar.

Qué pena marcharme,
aunque haya veces que finja que me intereses
solo por dormir en tu colchón.
No hay arreglo pa este Martes 13,
me beses lo que me beses,
aunque quieras convertirte en este adiós.


Vendo los enjambres de una noche,
sin el mal de los derroches
que acarrera el desamor.

Casi como el alma de un fantoche
voy besando los reproches
del final de tu edredón.

Se que no me queda ni fuerza ni destreza moral
para andar con inventos, en lugar de afinar
el compás de mi tiempo.

Qué pena marcharme,
aunque haya veces que finja que me intereses
solo por dormir en tu colchón.
No hay arreglo pa este Martes 13,
me beses lo que me beses,
aunque quieras convertirte en este adiós.



Poema Andalucía

Siendo yo maestro de escuela me preguntó un niño un día:
"Maestro, ¿qué es lo más grande, Europa o Andalucía?".
Puse en orden la sala con voz de recia energía,
y, cuando se hizo el silencio entre la chiquillería,
comencé, de ésta manera, mi lección de geografía:

Un continente, una isla, un país o una región
no es más grande porque tenga una mayor extensión.
Los pueblos suelen ser grandes por su arte, su belleza;
por la gracia de su gente; su valor; por su endereza.
Y esos cuatro puntales que engrandecen la nobleza
son privilegio de Dios y de la naturaleza.
Ni se venden con armas ni se compran con riquezas.
Por eso, en todo el contorno que el mapa de Europa encierra,
no hay una región más linda ni más grande que mi tierra.

Y proseguí mi conferencia dando una visión profunda
de las provincias principales de mi región andaluza.
Y hablé...
Hablé de mi Cai blanco, salaito, marinero;
de mi Huelva colombina; de mi Jaén minero.
De mi Málaga "la bella"; del embrujo de Almería;
de mi Córdoba moruna; y de mi triste Graná bajo la luz de la luna.

Y cuando llegué a Sevilla, sin poderlo remediar,
la sangre me hizo cosquillas, y no lo pude evitar...
Salté del entarimao', retiré bancas y sillas,
y como un endemoniao' me arranqué por seguirillas'.
Los niños me jaleaban con palmas de pelotilla,
y yo, que estaba entregao', de la forma más sencilla,
mandé por mi pandereta, mis botas de cabritilla,
un poco de jamón serrano y una copa de manzanilla.

Al director de la escuela, que no se le iba un detalle,
entró como entraría un Duque por la Corte de Versailles.
Me dio quinientas pesetas, me arrancó por el talle,
y me puso de patitas en la puñetera calle.

Y hoy voy como un mendigo por calles y plazoletas
pregonando, con voz ronca, mantillo pa' las macetas.
Y los niños tontos, al verme pasar, me van saludando con este cantar:
"Maestro Facundo, ¿cual es la región más grande del mundo?".
Y yo, arrastrando mi pena, pecao' de la geografía,
voy contestando a sus coplas con un deje de agonía...
Aunque me dieran martirio, aunque me tomen por loco,
aunque me vaya muriendo de hambre poquito a poco..
Que lo más grande en este mundo, aunque parezca ironía,
no es ni América, ni Rusia, ni si quiera Oceanía;
que lo más grande de este mundo será siempre ANDALUCÍA.



Mi Primer Soneto

En las últimas Navidades uno de los regalos que recibí fue "Cien sonetos de amor" de Pablo Neruda.
Fue un obsequio gratificante y práctico puesto que, a parte del placer de leerlo, me brindó una bonita historia y me inspiró el soneto que hoy me atrevo a compartir con ustedes.

Cuando enumeré la generosidad de los de Oriente vía Whatsapp con una amiga (de esas platónicas), ésta rebatió mi lista de ofrendas con su pregunta: "¿Me prestas el de Pablo?".
Lejos de propinarle una vaga y vulgar respuesta; corté un trozo de papel liso de envoltorio, me aferré a un lápiz y escribí... Y escribí hasta completar mi objetivo, y quemé los bordes, y le puse un lazo...
Y conduje la hora entera que me exigía mi destino, de mi casa a la suya, de pregunta a sorpresa. Y, con la ayuda que da el coraje y el disimulo que la noche otorga, dejé caer mi "papiro" en su buzón.

"Cuando el último Rey Mago apareció, yo ya andaba regalando algún soneto...".

Mi primer Soneto (¿para qué engañarnos?)
viajará una hora antes de entregarlo.
No tendrá mi firma, ni será esperado,
ni tendrá el cuarteto el terceto soñado.

Me cuesta escribirlo porque no me aclaro,
no se si debiera ponerlo en tus manos.
Mi primer Soneto (¿para qué engañarnos?)
son solo palabras, no es más que un regalo.

Hay más entre líneas y en lo que no escribo,
pues no hay verso alguno, ni estrofa, ni billo
que pueda expresarte lo que no te digo.

No he comprado nada, porque así me exhibo.
No es menos regalo por no haber recibo.
Si quieres Neruda léelo conmigo.



(Fumando) Bajo La Lluvia

Las nubes tintaban el cielo azul de negra plata.
Ella andaba cada vez menos besable.
Comenzaba el gota a gota, y, en mi boca, un cigarro se mojaba.
El tiempo estaba por no echarme un cable.

Me serví de los olivos para que no me calara
el mar de lamento que excretaba el paraíso.
Pensé en marcharme, pero esperé a que amainara,
y entre calada y calada recordé lo que me quiso.

Y volví a entrar, como si rampara en un caballo blanco,
como quien busca con urgencia el excusado,
como si de un beso abrumador fuera el heraldo.

Y en el zaguán de sus labios salió el sol, se fue el nublado.
Salieron despavoridos de los olivos todos los pájaros.
Y en un tirón de crines, aun no recuerdo, si hicimos el amor o nos follamos.